28.4.10

M.I.A & Gavras: Magistral



M.I.A, rapera y tía guay en general conocida por sus polémicos trabajos, presenta un nuevo video que ya ha sido censurado por Youtube a apenas veinticuatro horas después del lanzamiento.

Born Free, dirigido por Romain Gavras (también creador de un videoclip del estilo para Justice) muestra a policías estadounidenses efectuando una redada de pelirrojos a los que llevan a un descampado para después asesinarlos a sangre fría. El hecho de que los pelirrojos no sean objeto de más discrimación que la de la acusación de haberse teñido, hace del video una clara metáfora de la discriminación racial/social de algunas minorías, y a mí me recuerda claramente a una cacería de la que hablé hace poco.

Las críticas de "violencia gratuita" (que bueno, para gratuita la de la Saw o la de la Policía Nacional) recuerdan a las que se hicieron en su día contra pelis como La Naranja Mecánica, cuyas escenas se pasean también por Youtube con total normalidad.

Disfruten!

27.4.10

Da-dum, da-dum: Loriga


¡Oh, no!, pensó, no puedo volver a reconciliarme con este tipo ligeramente más pusilánime que los demás que me resulta tan insoportable y que ignora su verdadero tamaño y se magnifica y se encoge, como si todo este mundo fuera sólo decisión suya. Sácame a este mentiroso de dentro, añadió, y elevó una plegaria a los cielos, aun a sabiendas de que en los cielos no había nada, porque para que te vuele un Dios sobre la cabeza (y esto Sebastián no era tan tonto como para no saberlo), antes hay que ponerlo ahí.

Ya sólo habla de amor*. Ray Loriga.


*Creo que he leido el peor libro de Loriga. Aún así, yo digo que es un buen escritor. Había veces que las explicaciones metafóricas se alargaban tanto que se rompían o se cruzaban con otras, dejando un halo de incoherencia. Pero eso es uno de los riesgos que tiene el apoyarse en la descripción en lugar de en la acción: Loriga es capaz de reconstruir la psicología de un personaje en la noche que dura el libro. Algo así como contarle a Mario durante cinco horas, y sin moverte de la silla, tu matrimonio con él.


Foto: Olivetti sin caries en una tienda de antigüedades de Utrecht.

23.4.10

Así matan los soldados estadounidenses

Un chófer, dos fotógrafos de guerra, hombres, más hombres que van a recoger sus cadáveres, un niño y una niña que asoman sus cabecitas por la ventana de una furgoneta mientras se les acerca el punto de mira de una metralleta. Come on, fire! Este es un documental excepcional: aberrante, triste, vergonzoso. Keep shoot. Que de las ganas que tienen de matar, confunden cámaras con armas. Eso es un arma, sí. Que esperan ansiosos en sus helicópteros a que algún gesto les permita matar al hombre que gatea tras el tiroteo. Crazyhorse y Bushmaster, esperan. Que es un periodista. Come on buddy, lo único que tienes que hacer es coger un arma. Tras el punto de mira, mientras gatea. ¿Puedo disparar? Que tienen armas para hacerlo. Mira a esos bastardos muertos. Que tienen poder para hacerlo. Nice. Que no sabemos quién les ha dado ese poder, pero que lo tienen. Es su culpa por traer niños a la batalla. Que son asesinos y tienen armas y poder. Creo que los tanques pasaron por encima de un cuerpo, jeje. Que han pasado 3 años y siguen con total impunidad. Good shoot. Que esto se repite todos los días. Thank you.


21.4.10

Rotterdam

Las ciudades holandesas son bonitas. Se trata, sin embargo, de una belleza lineal: la zona antigua, los canales o la arquitectura son similares en casi todas ellas. Rotterdam es distinta. La ciudad es conocida por su puerto, el más grande de Europa y segundo más grande del mundo. Pero también es conocida como la parte moderna de Holanda.

Tras la segunda guerra mundial, todo quedó destrozado por los bombardeos. Obligados a reconstruir la ciudad, los holandeses decidieron que Rotterdam, por el simple hecho de haber sido la más afectada, sería distinta. Dotaron a la ciudad de diseño y vanguardia, convirtiéndola en un laboratorio de nuevos diseños arquitectónicos. Insistieron tanto en eso del laboratorio, que muchas veces ni los propios holandeses saben qué significado atribuir a las esculturas, monumentos y edificios que les rodean.

Así es como nació el "edificio lápiz" o el "enano con vibrador", me cuenta Eran mientras paseamos por debajo de las conocidas casas cubo. El puerto, dice, es inaccesible y es una tontería verlo. ¿Para qué? Puede que sea lo más conocido, pero no refleja nada de su cultura; es, simplemente, algo funcional. Ambos decidimos que entonces lo mejor era ir a tomar unas cervezas. Después de ver al enano con vibrador cual "bodegón con vino y naranja deshidratada" picassiano, ya me sentía mucho más cercana a los holandeses: yo también coincidí en que lo que sostiene este gnomo holandés es, definitivamente, un vibrador.


Animalista

Vídeo de un entrenamiento taurino donde, gracias a la ausencia de la banda de música, se puede escuchar perfectamente el llanto del toro. Este vídeo fue censurado por Youtube al poco tiempo de estar colgado.



Extraído de A mi aire

18.4.10

El pastel


Gentlemen, there is more in heaven and earth
than is dreamt of in our philosophy.
BRIGGS, Twin Peaks 2x09


Le miraba con escepticismo mientras sorbía café. Hubiera escrito todo lo que sabía en una servilleta como una poeta bohemia de no haber caído en la cuenta de que él también sabía. Sabía por qué ambos habían pedido café en lugar de una cerveza, y por qué hablaban de ese maldito libro en lugar de preguntarse por las vísceras. Ambos sabían el porqué. La diferencia es que él interpretaba muy bien su papel: el personaje nunca se quedaba sin guión, éste se escribía cada noche por al menos cuatro manos, y luego todos esos literatos se quedaban en la mesilla hasta que el día volviera a hacer los 360º. Panero, Céline o Bukowski eran algunos de los autores que se encontraban detrás de aquel guión bien hilado.

Le quería aplaudir. Nunca nadie se ciñó tanto a un papel sabiendo que nunca lo romperá. Yo, sin embargo, sí lo hice. De hecho dejé de seguirlo durante la misma época en la que empecé a probar las drogas. Obviamente, no seguirlo conllevaba esporádicas crisis en las que rayaba la locura y la genialidad a partes iguales. Gracias a ello descubrí el pastel, un pastel enorme relleno de frutas troceadas y con generosa nata por fuera. Una noche, tras haber tomado una magdalena de marihuana con una coreana cuyo pirri en el pelo no hacía más que tambalearse enigmáticamente, le dije a Lola, la otra asistente a la fiesta: “todo es un escenario, todo es un puto escenario”. Las casas eran 2D y los carteles luminosos del kebab lucían con mucha más fuerza que la luna (o el reflejo del sol en la luna), caminábamos sin más y hablábamos sin mirarnos a la cara. Repetí mi magnífico descubrimiento un par de veces más con voz convincente y luego reí a carcajadas hasta no poder sostenerme en pie. Esa noche incluso llegué a comer la fruta de dentro del pastel, pero al final tuve que vomitarla en violentas sacudidas. Ambas lo hicimos. Era, en realidad, demasiada responsabilidad.
.
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Foto: nocturno de Ámsterdam

16.4.10

Octavio Paz, feminista punk


Hace unos días hablaba con la persona que me recomendó El laberinto de la soledad, de Octavio Paz. Ambos coincidimos en que, sin duda, es un libro ejemplar que hay que leerse. Pero mientras yo destacaba su crítica de género, él me decía que lo que más le atrajo fue la descripción de la soledad; que, aunque tomara al mexicano como paradigma, podía aplicarse a todo hijo de vecino. Es decir, cada uno se quedó con lo que más le gustaba. Y es que, aunque parezca que el tema de la soledad es central en este libro, ¡tacháaaaaaan!: incorrecto. El texto tiene muchas lecturas, ya que toma prestadas nociones filosóficas, políticas, éticas, lingüísticas, psicológicas, históricas, sociológicas, económicas, religiosas y, también, poéticas. ¿Quieres leer una obra multidisciplinar? Entonces lee a Octavio Paz y su laberinto de la soledad (*anuncio patrocinado por detergente El Macho).

* Detergente El Macho no se hace responsable de las acusaciones que se puedan
hacer de sus anuncios, cree en la libertad de expresión y el relativismo y está harto de
las denuncias de esas guarras feministas que ni siquiera son clientes potenciales porque
ni se limpian ellas ni limpian la casa.

Como decía antes, me sorprendió (porque no esperaba encontrarlo en un libro que presuponía sólo como un ensayo de la historia de México), su crítica del rol de la mujer y el machismo, que analiza a través de elementos tanto sociológicos como lingüísticos: "(...) el ideal de la 'hombría' consiste en no 'rajarse' nunca. Los que se 'abren' son cobardes... Las mujeres son seres inferiores porque, al entregarse, se abren. Su inferioridad es constitucional y radica en su sexo, en su 'rajada', herida que jamás cicatriza".

Tengo entendido que se acusó a Paz de machista precisamente por reflejar en qué consistía el machismo. Grave error. Grave error pasar por alto que, al igual que las mentiras, de las que sólo somos conscientes cuando las conocemos, las injustias hay que revelarlas para poder combatirlas. Además, el escritor mexicano no se detiene en la descripción, sino que descuartiza todas las extremidades del machismo (esta metáfora es culpa de Déxter).

Pero lo que definitivamente me convenció de Paz es su revolucionaria visión feminista del tema: no sólo porque es un hombre el que alza la voz (que es de agradecer), sino porque también progresa en el mismo campo del(os) feminismo(s). Como veremos en los párrafos que he seleccionado, y sobre todo en las partes que me he tomado la libertad de destacar, la tesis de Paz sugiere que ciertos valores que se le presuponen a la mujer -tales como la dulzura, la bondad, la no-agresividad, etc.-, son precisamente los que hacen que se le considere un instrumento: la portadora del orden.

Una mujer cualquiera portando el orden


Sin saberlo, o a lo mejor conscientemente, quién sabe, Paz está tirando por la borda la principal idea del feminismo liberal nacido en la Revolución Francesa, ese que precisamente representaba a la mujer como un ser superior al hombre por ser más 'bueno'; discriminación positiva que a la larga alimenta la diferencia entre roles y que está perfectamente representada en la siguiente frase de Olympe de Gouges (a la que decapitaron por defender su Declación Universal de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana): “La belleza y la valentía hace superior a la mujer”.

(Nota: que cuestione el feminismo liberal no quiere decir que no aplauda ni reconozca sus logros: ¡No pierde una la cabeza todos los días por defender un texto feminista-revolucionario en el S. XVIII!).

Octavio Paz podría haber sido un feminista punk que defendía la supresión de géneros y roles sexuales. Hubiese sido cuestión de tiempo que se hiciera una cresta rosa.

Octavio Paz arrepintiéndose del color escogido


Y sin más dilación, su texto:


Sin duda en nuestra concepción del recato femenino interviene la vanidad masculina del señor -que hemos heredado de indios y españoles-. Como casi todos los pueblos, los mexicanos consideran a la mujer como un instrumento, ya de los deseos del hombre, ya de los fines que le asignan la ley, la sociedad o la moral. Fines, hay que decirlo, sobre los que nunca se le ha pedido su consentimiento y en cuya realización participa sólo pasivamente, en tanto que 'depositaria' de ciertos valores. Prostituta, diosa, gran señora, amante, la mujer transmite o conserva, pero no crea, los valores y energías que le confían la naturaleza o la sociedad. En un mundo hecho a imagen de los hombres, la mujer es sólo un reflejo de la voluntad y querer masculinos. Pasiva, se convierte en diosa, amada, ser que encarna los elementos estables y antiguos del universo: la tierra, madre y virgen; activa, es siempre función, medio, canal. La feminidad nunca es un fin en sí mismo, como lo es la hombría.

(...). Para los mexicanos la mujer es un ser obscuro, secreto y pasivo. No se le atribuyen malos instintos: se pretende que ni siquiera los tiene. Mejor dicho, no son suyos sino de la especie; la mujer encarna la voluntad de la vida, que es por esencia impersonal, y en ese hecho radica su imposibildad de tener una vida personal. Ser ella misma, dueña de su deseo, su pasión o su capricho, es ser infiel a ella misma.

(...) El hombre revolotea a su alrededor, la festeja, la canta, hace caracolear su caballo o su imaginación. Ella se vela en el recato y la inmovilidad. Es un ídolo. (...) Analogía cósmica: la mujer no busca, atrae. Y el centro de su atracción es su sexo, oculto, pasivo. Inmóvil sol secreto.

(...). A su significación cósmica se alía la social: en la vida diaria su función consiste en hacer imperar la ley y el orden, la piedad y la dulzura. Todos cuidamos que nadie 'falte el respeto a las señoras', noción universal, sin duda, pero que en México se lleva hasta sus últimas consecuencias. Gracias a ella se suavizan muchas de las asperezas de nuestras relaciones de 'hombre a hombre'. Naturalmente habría que preguntar a las mexicanas su opinión; ese 'respeto' es a veces una hipócrita manera de sujetarlas e impedirles que se expresen. Quizá muchas preferirían ser tratadas con menos 'respeto' (que, por lo demás, se les concede solamente en público) y con más libertad y autenticidad.

(...). Es curioso advertir que la imagen de la 'mala mujer' casi siempre se presenta acompañada de la idea de actividad. A la inversa de la 'abnegada madre', de la 'novia que espera' y del ídolo hermético, seres estáticos, la 'mala' va y viene, busca a los hombres, los abandona. Por un mecanismo análogo al descrito más arriba, su extrema movilidad la vuelve invulnerable. (...). La 'mala' es dura, impía, independiente, como el 'macho'.

PAZ, Octavio. El laberinto de la soledad. Anthony Stanton ed. NY: Manchester University Press, 2008.

15.4.10

Contorsionismo

En la tienda le dijeron que ese material no absorbería líquido y se mantendría siempre impoluto. Comprobó la inexactitud de esa descripción mientras limpiaba con indiferencia un chorro de cerveza que había caído sobre el sofá. En su manga también había restos de salsa de mango procedente de su cena, un kebab. Desde la televisión hablaba una morena con gran escote y cara aplastada, como de gato. Por lo demás, en esa habitación no cabía más silencio.

Abrió otra cerveza y movió la chapa acompasando cada movimiento con una letra del abecedario hasta que el metal que la sujetaba cedió. M. Le había tocado la M y, aunque no creía en esas abstracciones infantiles, comenzó a recordar la vida con Martín, la apatía por las mañanas, algunos momentos felices cuando comían chocolate y pactaban los horarios de limpieza. Helena nunca se había sentido deseada, puede que eso fuera lo que mató la relación. Era feliz, pero únicamente por la imagen que él proyectaba de ella misma. Ambos sabían que en cuanto esa fotografía se rompiera, aunque sólo fuera por un borde, la relación se iría al garete, y ella no se aceptaría nunca más. Obviamente, la restauración en estos casos es extremadamente costosa y lenta, por lo que, cuando llegó el momento, ambos decidieron dejar de compartir pasiones.

Después de eso, Helena siguió viajando, costeándose su supervivencia vendiendo jerséys que iba haciendo en los autobuses y trenes. Había probado muchas drogas, pero sin embargo sólo estaba enganchada a la satisfacción que le producía reconstruir su propio yo una y otra vez frente a desconocidos. Uno de sus personajes favoritos era una tímida joven estonia que se dedicaba a lo que fuera menester (niñera, crupier, acomododadora en los cines, chófer...) y cuyo objetivo era llegar a los Juegos Olímpicos con el salto de pértiga. Ésto último se convertía en un reto al explicarlo con total seriedad frente a la víctima, generalmente un hombre.

- A quien quiera saber, mentiras con él -decía la abuela de manos venosas y temblorosas mientras cortaba naranjas y contaba cómo su madre le reprendía cuando les veía a ella y a su novio cogidos de la mano. Helena nunca tuvo tal abuela, y por ello le gusta recordar todo lo que nunca pudo escuchar.

La mayor parte de las veces se servía de tópicos para salvar las conversaciones, sobre todo cuando no sabía cómo alargar la mentira sin que ésta se rompiera. El carpe diem, la contrapregunta de "¿y por qué no?" o la condescendiente respuesta de "oh, pero no quiero aburrirte con mis historias, cuéntame tú" eran las más utilizadas. A veces creía que se la comían, que coartaban su originalidad, que las frases hechas eran como una Perca del Nilo que acababa con todas las demás especies.

Pocas veces mostraba rasgos que la definieran de verdad. Aunque si la víctima en cuestión era avispada, podía ver comportamientos que se repetían de forma casi enfermiza al tiempo que las mentiras crecían como un guardaespaldas tras ella: se mordía las uñas, jugueteaba con los padrastros y se rascaba el cuero cabelludo por la zona de la nuca insistentemente.

Igualmente, tras un par de semanas esa conducta le angustiaba y necesitaba volver a su sitio franco, con ese sofá de oferta tan lleno de manchas. Además, los jerséys no daban para mucho. Ya nadie quiere pagar lo que vale un producto artesanal. ¿Para qué, si se puede comprar perfección reproducida una y otra vez por máquinas que abaratan los costes? Helena lo sabía y por eso no invertía mucho en sus productos.

Eran las tres de la madrugada. Ni siquiera el viento soplaba afuera. La morena del escote seguía intentando animar a los telespectadores a llamar al 800-234-234 para conseguir todo ese dinero que se veía en pantalla. Vaya pestiño de televisión. Helena miró a través de la ventana. Los árboles no tenían hojas y las ramas parecían brazos en cuyo final se abrían manos con los cinco dedos estirados, en tensión. Como pidiendo auxilio. Abrió otra cerveza más y esta vez utilizó un vaso para beber. Todavía quedaban un par de horas antes de que amaneciera.

13.4.10

Miedo y asco, además de vergüenza, en Valencia

Ya se veía venir. El Cabanyal es una zona muy turbia, con muy mala gente, por eso se necesitan antidisturbios que lidien con los viejos y las abuelitas que tanto daño hacen con el garrote. Y mientras muelen a palos a tan agresivas y peligrosas personas y a las y los partidarios de esperar hasta que al menos el tema salga de los juzgados para destrozar el histórico barrio del Cabanyal, los y las niñitas pijas defienden la moral de los PPapis.

Qué asco.

Qué miedo.