El otro día se celebró en la Librería Primado la presentación del libro La (re)conquista de la realidad con la participación de Enrique Falcón, Matías Escalera, Laura Giordani y Arturo Borra. La reunión se convirtió en una exposición-debate de todos los allí presentes que encaminó la tertulia ágilmente hacia temas muy interesantes. Incluyo a continuación algunas de las cosas que se dijeron, entrelazadas a partir de unas notas tomadas al vuelo.
Matías Escalera, el coordinador de los ensayos, explicó que el eje sobre el que giran todos los ensayos del libro es el de la ocultación de lo real en la literatura. “El realismo hoy es una estrategia fundamental de ocultación de la realidad”. O lo que es lo mismo, en la literatura de hoy no se nombran los aspectos implícitos a la realidad que nos rodea y, por ello, no se pueden analizar conscientemente. El ejemplo es el tabú que se ha creado alrededor del propio sistema: no se puede decir abiertamente ¡capitalismo! sin que no descalifiquen tus palabras.
Plantear debate es esencial, y ni el silencio ni el insulto son las vías oportunas para hacerlo. El silencio es el no-nombrar literal y el temer a los nombres propios, lo que impide alzar la voz y criticar la realidad existente. El insulto, por su parte, evita la metáfora, provoca un conflicto sin debate. Los libros deben plantear conflicto, ser como “un golpe encima de la mesa”, pero sin caer en un insulto vacuo.
Al silencio y al insulto se une el miedo, y frente a ellos está la metáfora. Hacer de la vida una metáfora es pensar que hay algo más, vivir sin el miedo a un posible empeoramiento de las cosas. Ese miedo es complaciente con el sistema capitalista en el que vivimos: el miedo hace que te preocupes más de no empeorar que de mejorar. Además, está aderezado con el extendido pensamiento capitalista de la acción-consecuencia: si no se presupone de antemano una consecuencia o gratificación a partir de una determinada acción, no se actúa. Todo junto, constituye un poderoso narcotizante frente la realidad.
Por eso la literatura debe, mediante la metáfora, denunciar la realidad no visible y dar pie a un cambio. Un cambio que suponga la lucha contra la propia metáfora del capitalismo, que es la de que el mejor mundo posible es la democracia en la que vivimos. Anular la ilusión de un cambio, de ese algo más, supone que sólo se tuviera en cuenta la pura realidad. Y la realidad da miedo. Da miedo cambiar, perder la propiedad: los bienes materiales que, al fin y al cabo, son lo único que prevalece en la lógica de la sociedad de la acumulación.
La apuesta de una literatura que reconquiste la realidad desmembrándola, que no renuncie al Referente y que no tema a las consecuencias es muy necesaria.
"Debería inquietarnos lo altamente inofensiva que resulta poesía actual" (Cita de Quique Falcón, extraída del libro)