* Detergente El Macho no se hace responsable de las acusaciones que se puedanlas denuncias de esas guarras feministas que ni siquiera son clientes potenciales porque
ni se limpian ellas ni limpian la casa.
Una mujer cualquiera portando el orden
Octavio Paz podría haber sido un feminista punk que defendía la supresión de géneros y roles sexuales. Hubiese sido cuestión de tiempo que se hiciera una cresta rosa.
Octavio Paz arrepintiéndose del color escogido
Y sin más dilación, su texto:
Sin duda en nuestra concepción del recato femenino interviene la vanidad masculina del señor -que hemos heredado de indios y españoles-. Como casi todos los pueblos, los mexicanos consideran a la mujer como un instrumento, ya de los deseos del hombre, ya de los fines que le asignan la ley, la sociedad o la moral. Fines, hay que decirlo, sobre los que nunca se le ha pedido su consentimiento y en cuya realización participa sólo pasivamente, en tanto que 'depositaria' de ciertos valores. Prostituta, diosa, gran señora, amante, la mujer transmite o conserva, pero no crea, los valores y energías que le confían la naturaleza o la sociedad. En un mundo hecho a imagen de los hombres, la mujer es sólo un reflejo de la voluntad y querer masculinos. Pasiva, se convierte en diosa, amada, ser que encarna los elementos estables y antiguos del universo: la tierra, madre y virgen; activa, es siempre función, medio, canal. La feminidad nunca es un fin en sí mismo, como lo es la hombría.
(...). Para los mexicanos la mujer es un ser obscuro, secreto y pasivo. No se le atribuyen malos instintos: se pretende que ni siquiera los tiene. Mejor dicho, no son suyos sino de la especie; la mujer encarna la voluntad de la vida, que es por esencia impersonal, y en ese hecho radica su imposibildad de tener una vida personal. Ser ella misma, dueña de su deseo, su pasión o su capricho, es ser infiel a ella misma.
(...) El hombre revolotea a su alrededor, la festeja, la canta, hace caracolear su caballo o su imaginación. Ella se vela en el recato y la inmovilidad. Es un ídolo. (...) Analogía cósmica: la mujer no busca, atrae. Y el centro de su atracción es su sexo, oculto, pasivo. Inmóvil sol secreto.
(...). A su significación cósmica se alía la social: en la vida diaria su función consiste en hacer imperar la ley y el orden, la piedad y la dulzura. Todos cuidamos que nadie 'falte el respeto a las señoras', noción universal, sin duda, pero que en México se lleva hasta sus últimas consecuencias. Gracias a ella se suavizan muchas de las asperezas de nuestras relaciones de 'hombre a hombre'. Naturalmente habría que preguntar a las mexicanas su opinión; ese 'respeto' es a veces una hipócrita manera de sujetarlas e impedirles que se expresen. Quizá muchas preferirían ser tratadas con menos 'respeto' (que, por lo demás, se les concede solamente en público) y con más libertad y autenticidad.
(...). Es curioso advertir que la imagen de la 'mala mujer' casi siempre se presenta acompañada de la idea de actividad. A la inversa de la 'abnegada madre', de la 'novia que espera' y del ídolo hermético, seres estáticos, la 'mala' va y viene, busca a los hombres, los abandona. Por un mecanismo análogo al descrito más arriba, su extrema movilidad la vuelve invulnerable. (...). La 'mala' es dura, impía, independiente, como el 'macho'.PAZ, Octavio. El laberinto de la soledad. Anthony Stanton ed. NY: Manchester University Press, 2008.

2 comentarios:
Hay dos conceptos principales que desarrolla Paz en todo "El Laberinto de la soledad", a saber: Soledad y Máscara.
Perpetuar el conocimiento a través de los blogs es extremadamente importante, gracias por escribirlo.
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