29.1.10

circuito cultural

A Juan José Millás le han dado el premio Don Quijote de periodismo por un artículo titulado "Un adverbio se le ocurre a cualquiera", publicado en Interviú. No sé quienes eran los o las otras candidatas, ni si este reconocimiento -noticiado por el periódico para el que trabaja como columnista- es justo. Pero la verdad es que el artículo, que bien podría ser catalogado como intemporal, vale la pena. Podéis leerlo aquí.

Fragmentos:

(...) Imaginé entonces que ponía una tienda de palabras a la que la gente del barrio se acercaba después de comprar el pan. Sólo que yo las vendía a precios diferentes. Las más caras eran los sustantivos, porque sustantivo, suponía yo, venía de sustancia (...).

(...) El negocio imaginario iba bien. Todo el mundo necesitaba mis palabras. Al poco de inaugurar la tienda tuve que contratar dos empleados porque no daba abasto. Luego compré el piso de arriba para ampliar el negocio, pues llegó un momento en el que la gente me pedía también frases. Puse en el sótano un taller con cuatro gramáticos que se pasaban el día construyendo oraciones (...). El precio de las frases aumentaba a medida que resultaban menos comunes, o más raras. Por alguna razón que no llegué a entender, había mucha demanda de frases absurdas. Me duelen los zapatos, por ejemplo, los espejos fabrican harina orgánica, o las cremalleras son menos sentimentales que los botones. Con el tiempo tuve que crear un departamento dedicado de manera exclusiva a la construcción de frases absurdas (...).

21.1.10

Royal Caribbean en Haití

Es imposible que no sepas qué ha pasado en Haití. Cuánto está sufriendo la gente. Las muertes. Los destrozos. Y lo buenas que son las potencias internacionales, que no paran de dar muchos millones y mandar tropas de ayuda humanitaria. Como Estados Unidos o Francia, tan buenos ellos.

Propongo que hagamos un sano ejercicio mental para evitar que la agresiva aceleración de lo que ocurre en el presente no eclipse el origen de éste

Haití es el país más pobre de toda América. Un 75% de su población es dependiente de la agricultura y la pesca y su PIB no alcanza los 7.000 millones de dólares (como yo soy muy mala para interpretar números que pasen de los dos ceros, siempre comparo: el PIB de EE. UU., el primero del mundo, es de 13.790.000 millones). Wikipedia dixit.

Pero hace 200 años, aunque no lo creáis, Haití era un héroe. Fue el primer país de Latinoamérica y el Caribe en declarar su independencia y librarse del sistema esclavista que Francia, país colonizador, había instaurado para lucrarse del comercio de azúcar y café. A cambio de reconocer la independencia del país caribeño y levantar el bloqueo económico, Francia propone en 1826 una negociación llena de escurridizos impuestos e intereses. Es la llamada "deuda externa". Esta deuda ha ido creciendo con el paso del tiempo, y en 2009 alcanzó los 1.884 millones de dólares.

Ahora volvamos al presente.

¿No sería lógico que en lugar de hacer donaciones se cancelara esa deuda? Como dice el presidente del Comité por la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo, "esas «generosas donaciones» provienen mayoritariamente de los acreedores del país. En lugar de hacer donaciones, sería preferible que anularan las deudas que tiene Haití con ellos: totalmente, sin condiciones e inmediatamente. ¿Podemos realmente hablar de donaciones cuando sabemos que la mayor parte de ese dinero servirá para el pago de la deuda externa o para el desarrollo de «proyectos de desarrollo nacional», decididos de acuerdo con los intereses de esos mismos acreedores y de las oligarquías locales?".

Yo me creo que las donaciones vayan a parar a la reconstrucción de los sectores que, precisamente, sirven a las transnacionales para lucrarse a costa de los recursos haitianos. Sólo hay que ampliar el campo de visión unos pocos quilómetros, 10 en concreto, para darse cuenta de la influencia que tienen los desastres naturales en las actividades económicas de transnacionales extranjeras: 0. En Labadee, al norte de la isla, se materializa el paradigma de la explotación: ciega, desapercibida, impasible. Lo de los minutos de silencio ya no se lleva.

Porque mientras en una parte de la isla muere su población, en la otra, previamente separada por una valla para que la pobreza no ensucie las bonitas playas, hordas de turistas llegan en cruceros de lujo para tomar el sol y autocomplacerse comprando a los vendedores ambulantes ("¡pobres negros! Menos mal que nosotros les damos trabajo...").

La compañía de cruceros Royal Caribbean, cuyos accionistas son en su mayor parte estadounidenses, ha declarado en su defensa que donó colchones y sillas que les sobraban para ayudar en un hospital improvisado. También ha dicho que los ingresos de los viajes irán destinados a las víctimas del terremoto (traducción: se les ofrecerá trabajo en el complejo turístico). Es una estrategia redonda: no sólo se regozija de explotar los recursos haitianos ante la desgracia humana que ocurre a unos pocos quilómetros, sino que además pretende quedar bien con el sistema de donaciones que tan bien sale a las potencias políticas.

La naturaleza destruye las casas de los haitianos, sus parques, sus hospitales, sus, en el peor de los casos, vidas. Pero hay algo mucho peor todavía: arrebatarles el sentido de pertenencia de todo ello, ese "sus" que la vergonzosa deuda externa que el Club de París exige, las empresas transnacionales y el libre (para quien hace las normas) comercio quieren dominar. Si de verdad los Países del Norte quieren ayudar a Haití, lo que necesitan los haitianos es recuperar su soberanía y dignidad, lo cual pasa indudablemente por la cancelación (total, no un oportunista 10%) de la deuda externa y la nacionalización de las actividades que explotan sus tierras. Así podrán ganar su propio dinero y dotar a su territorio de buenas infraestructuras que puede que salven algunas vidas si una catástrofe así vuelve a ocurrir.



Más info:

+ Foro social mundial 2005, por la anulación de la deuda externa.
+ ¿Donaciones para una deuda odiosa? (Rebelión)



Ps: Valencia, la ciudad sin ley, el feudo peperístico por excelencia, sigue siendo vapuleada: su historia se escurre, destruyen el arte y, básicamente, joden a la gente.




(Actualizo a día 23/1 con...:)

La familia


Necesitaríamos un sitio a donde ir. ¿Cuánto cuesta una casa vacía? Hay millones de casas vacías. Los adolescentes las necesitamos. Una casa para cada cien adolescentes y seguirían sobrando millones de ellas. O un local de los que se alquilan y llevan meses cerrados. Un sitio de todos y de nadie, donde no haya que pagar por estar ni consumir algo ni matricularse en un curso ni entregar un carnet. No un sitio para dormir sino para hacer cosas, o para no hacer nada estando acompañado. Lo cuidaríamos, ¿por qué piensan que no lo haríamos? ¿Porque dejamos la ropa tirada? ¿Es que es lo mismo? Pues no lo es, por mucho que se empeñen. Lo cuidaríamos y a los veinte años lo devolveríamos para los siguientes adolescentes.

Deseo de ser punk. Belén Gopegui

20.1.10

Micro I



Andrea sabía el idioma. Catalana de nacimiento, llevaba siete años viviendo en Holanda, con el plus de haber vivido otros cuantos con Steven, su novio neerlandés al que muchas veces se dirigía como Esteban. Sus conversaciones, bizarras donde las haya, solían desprender un batiburrillo de idiomas que las hacía extremadamente divertidas para la oyente.

-Amor -decía Steven con la inseguridad del extranjero que sólo aprende por asociación de palabras-, me pasas mis cigarros?

-¡Claro! Toma. Oye, do you remember the grunge guy we knew in ACU?

-Dankuwel. Yes, the tallest guy, en scheer.

-That. He called me, maybe they have a new house for us. Así que we´ll attend the kraakspreekuur next Dinsdag! -por alguna extraña razón, el fluído inglés que hablaba Andrea carecía de conectores, por lo que utilizaba los del castellano.

-Oh! Goed, goed!!

Vivían en su furgoneta, una vieja Wolkswagen verde tuneada por dentro con pelo sintético de leopardo y pósteres de Motorhead. Se la habían comprado a unos vecinos del padre de Steven sólo unos meses después de conocerse en Groningem. Él le dijo a ella: ¿querrías hacer un viaje conmigo? Y Andrea, con su pelo rapado por un lado y una de sus faldas-hechas-a-mano ultracortas que vendía en ferias y festivales, le contestó pagando su mitad del vehículo.

En F. Puppy, la casa okupa elegida para la reunión pre-squat action, se congregaron unas veinte personas aquel día. Cuantas más mejor, cuantos más seamos mejor, decía Andrea enérgica. No era la primera vez que lo hacía. Ya en Groningem había ayudado a okupar casas después de haber tenido una mala experiencia con el sistema anti-kraak, el que se preocupa de alquilar pisos inhabitados por rentas bajas para evitar la incursión okupa. Los derechos de los arrendatarios anti-kraak son menores incluso que los que pudiera tener un okupa, ya que muchas de las veces carecen de servicios básicos como calefacción o agua, no pueden modificar nada en el inmueble y su contrato puede rescindir de un día para otro sin repercusiones legales para el propietario.

Pero esta vez era distinto, esta vez la casa era para ellos. Es exactamente lo que queremos, un local de logopedia pequeñito, con espacio suficiente para nosotros dos, había dicho Andrea un poco antes en la furgoneta, de camino a F. Puppy. Qué bien, qué bien, mentía yo mientras pensaba en eso de las viviendas colectivas y acciones que poco tenían que ver con crear un hogar parejil al uso.

La cerradura cedió con facilidad. Todos se acomodaron en esquinas, alféizares y baldosas y esperaron. Las primeras horas, los primeros días, es mejor que haya mucha gente. Tras instalar un colchón y una silla, utensilios que, junto a la mesa que les ofrecía el lugar, son considerados por la “ley doméstica” como básicos para crear un hogar, llamaron a la policía. Ojalá tengáis suerte, les dijo uno de ellos al comprobar que todo estaba en orden. Pero, si bien los okupas en Holanda gozan de la posibilidad de tramitar burocráticamente una okupación, los propietarios también están informados de las soluciones que pueden tomar al respecto.
.
A la mañana siguiente tocaron al timbre. Dos gorilas se presentaron: venimos de parte del propietario. Y, tras la consiguiente amenaza y chanchullo de papeles que demostraban que el bajo estaba alquilado, Andrea y Esteban tuvieron que abandonar cualquier expectativa de vivir en aquella antigua logopedia. A las pocas semanas, no sé si por necesidad o resignación, alquilaron un apartamento.

14.1.10

El pequeño salvaje


- ¿Qué pasa ahora?

- Acabará muriéndose aquí. No hacen más que exhibirlo como un fenómeno.
- Escuche, Itard. Este niño es un ser inferior. Es peor que un animal.
- Precisamente. A los animales se les cuida, se les educa, ¿por qué no se le puede educar a él también?
- ¿Cree que se le puede educar?
- No lo sé, pero no sirve de nada sacarlo del bosque y encerrarlo aquí como si lo castigaran por haber decepcionado a los parisinos.
- Escúcheme. Yo creo que es retrasado.

L´enfant sauvage. Truffaut.


(...) It is no coincidence that the film of Truffaut takes place in 1798 and in Paris, at the end of the French Revolution, when the concept of “citizen” grasps its highest meaning under the proclamation of the “Declaration of the Righs of Man and of the Citizen”. The dichotomy savage/ civilized, formed during the Age of Enlightenment, will be established as cultural imaginary of the Modern Europe, and the opposites nature/ civilization and rationalism/ irrationality will lead to the separation of the Modern Being from the nature and his/her subordination to the city. This radical fracture entails a new idea of the (modern) Human Being, bound up with the world´s bourgeois concept, based in the “setting up of the Man as lord and master of the nature”. The categorization of the savage as “subject to dominate, domesticate and civilize” just makes sense, therefore, with the learning of the modern dichotomy between Western reason and savage nature.


12.1.10

Bless you


Te agachas frente al pastel, con las manos sobre la mesa y los brazos rectos como estacas. Lucen las velas y todos los presentes gritan apágalas, venga, apágalas. El ambiente es de rojo y verde saturados, como en El Maravilloso Mundo de... y tus pestañas llegan hasta el techo, tu escote hasta el suelo y en tu culo la mano de él, la Flor en el Rabo del Diablo, sueña que sueñas, como la hija del Dr. Parnassus, con una casita edificada en una zona residencial, con sofás blancos y parqué y moqueta en la que se sientan tus dos hijos, justo abajo de tu Tú rodeado por el brazo de tu marido (ca-sa-da), que habla entusiasmado sobre su día en la Empresa. Porque la hija de Parnassus, el asombroso inmortal cuyo pacto con el diablo le permite edificar todo un mundo en la imaginación de cada una, no quiere volar ni poseer lagos ni oler a chocolate cuando pise el barro, sino formar una familia nuclear burguesa y leer la Times, la Flor en el Rabo del Diablo.

Tú lo sabes y suspiras. Su mano está cada vez más adentro, intentas detenerle mientras los demás dan palmas y alborozan entre tanta edulcoración, pero sería como terminar una conversación con un estornudo. Sin taparte la boca, llenando a tu interlocutor de mocos y diciéndole adiós mientras te limpias la boca con la manga. Así no se lidia con las convenciones. Sopla, sopla, sopla. Y aunque tus referencias sean de películas comerciales, tan vapuleadas por Los Otros, tú sabes que existe Jarmush y Kiewlowsky y Makavejev y que Los Otros son el diablo. A pesar de Las Flores del Mal. Entonces tragas saliva y te preparas para la embestida, como esas jovencitas virginales frente a los vampiros púber que colonizan las pantallas.

Su mano transpasa la frontera del mundo sólido y se adentra en tu cuerpo, tan lleno de jugos y de miedo, se adapta y crecen sus dedos como raíces. Soplas. Bless you. Aún eres demasiado joven para desear algo.