Fragmentos:
(...) Imaginé entonces que ponía una tienda de palabras a la que la gente del barrio se acercaba después de comprar el pan. Sólo que yo las vendía a precios diferentes. Las más caras eran los sustantivos, porque sustantivo, suponía yo, venía de sustancia (...).
(...) El negocio imaginario iba bien. Todo el mundo necesitaba mis palabras. Al poco de inaugurar la tienda tuve que contratar dos empleados porque no daba abasto. Luego compré el piso de arriba para ampliar el negocio, pues llegó un momento en el que la gente me pedía también frases. Puse en el sótano un taller con cuatro gramáticos que se pasaban el día construyendo oraciones (...). El precio de las frases aumentaba a medida que resultaban menos comunes, o más raras. Por alguna razón que no llegué a entender, había mucha demanda de frases absurdas. Me duelen los zapatos, por ejemplo, los espejos fabrican harina orgánica, o las cremalleras son menos sentimentales que los botones. Con el tiempo tuve que crear un departamento dedicado de manera exclusiva a la construcción de frases absurdas (...).
4 comentarios:
...y con el tiempo con esas frases absurdas consiguió conseguir el Premio Planeta.
es lo que tiene no mojarse en falso honor a la literatura
desde luego es toda una masturbación
jeje pero al mismo tiempo tiene trozos extrañamente sugerentes... cada vez se parecen más el bien y el mal. Lees A.Fdez Mallo y lo odias pero reconoces ciertas cosas ... lees esto y lo mismo pero a nivel menos posmod... ais c'est la vie!
alguien escribió: "... lo que llamamos absurdo es nuestra ignorancia...", y a mí me parece acertado.
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