17.2.09

Va de morbo

La seguridad de que es más reality que nunca se ha corroborado con la noticia de que el causante de todo este drama televisado ha sido una persona joven y muy cercana a la familia, con el plus de haber estado incluso colgando carteles con los padres: más morbo para una parrilla televisiva ya podrida. Telecinco ha sido la cadena que, como viene siendo habitual, remueve hasta el último escombro para rescatar todos los detalles escabrosos de cualquier tragedia. No contentos con destinar gran parte de los informativos al tema, la cadena ha creado programas especiales con los que interaccionar con todos los implicados en el asunto. Sin ir más lejos, el pasado domingo un presentador preguntaba, con un forzado y falso rictus de tristeza, al portavoz de la familia Del Castillo si podía reconstruir “las últimas horas de Marta”. No contento con la descripción que recibió del asesinato, añadió: “no sé si se puede matar con un solo golpe de cenicero... supongo que serían más”. El afligido presentador se ofuscaba pidiendo más justicia para los asesinos, la cadena perpetua, mientras se regocijaba en el morbo con una niña de 14 años que, salvadas las espaldas frente a la justicia invitando también a su madre, fue llevada al programa con la coletilla de “la última novia del asesino”:

- Rocío tú eres muy joven pero, ¿tú sabes que has estado enamorada de un asesino?
- Sí.
- ¿Y cómo se lleva eso?
- Muy mal.

Ante todo, show must go on.

Se me plantean varias preguntas. La más evidente es la que cuestiona si se debe hacer eco en la televisión de las muertes. Teniendo en cuenta que en un pestañeo mueren miles de personas en el mundo, ¿cuál es el baremo que se debe utilizar para considerar más importante unas que otras? Uno de los principales criterios para el periodismo de hoy es la proximidad. Sin embargo, en términos espaciales, tan próxima es la muerte de una sevillana como las de inmigrantes en las costas canarias. La diferencia, pese a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, es clara: la inmigración es considerada uno de los focos de delincuencia por la opinión pública. Consideración que, asegura Bauman, facilita al Estado recuperar un papel como protector de la ciudadanía frente a la incertidumbre que provoca en la población el mercado no regulado (véase: paro, precariedad, abusos laborales... frente a los que el estado mira hacia el lado del laissez faire).

Dejando aparte el acoso estatal al que son sometidos los inmigrantes y volviendo al tema del drama televisado, me dirán ustedes, remarcando el carácter fatídico del hecho, que se trata de un asesinato, y no de algo accidental como las muertes de los magrebíes. Como tampoco son accidentales los cuatro (no estoy segura de la cifra) asesinatos machistas que ya suma el 2009. Así que, la clave de la atención que ha absorbido este escándalo es que ha permitido un seguimiento desde el principio.

La historia me recuerda, a grandes rasgos, a la persecución televisada que en Fahrenheit 451 sufre Montag. Desde un helicóptero se graba su búsqueda policial por toda la ciudad y se retransmite por televisión, ese electrodoméstico que se cuela en las casas sin avisar de su poder. “Saben que sólo pueden retener al auditorio un tiempo determinado. El espectáculo tendrá muy pronto un final brusco”, dice uno de los personajes. Y qué razón tiene: los programas basura seguirán exprimiendo este caso con halo sentimentaloide hasta que se agote o, en su defecto, aparezca otro mejor.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¿459?

Mayka dijo...

Apañado, gracias por señalarlo querido lector (los números no son lo mío ;)

Anónimo dijo...

Se me llevan los demonios cuando pienso en el impacto que provocan algunas cosas y la indiferencia que provocan otras... No sé si es egoísmo, ignorancia, hipocresía o todas ellas. Luego siempre hay alguien sin escrúpulos que se aprovecha...